se, pegó una patadita en tierra con toda su energía y lanzó tal chillido que el bicho retrocedió a refugiarse bajo su ama. En cambio ahora, al abrirles Hortensia, el niño pierde su audacia y adosa su espalda contra las piernas delhombre.Peroelrecelodurapoco.Antesdeque Hortensia le tienda los brazos -alegrando así al viejo al mostrarle la góndola de plata prendida en ese pecho- el chiquillo mira atrás, hacia el oscuro descansillo,