señora... -Maddalena, para servirle. Pero ¡ nada de adiós! ¡A rivederci! Porque volverá usted, ¿verdad? Aquí tenemos de todo. -¿ Quién no volvería para verla?... Seguro, a rivederci. Yaenlacalle,aúnleduralasonrisaalviejo. Pero « ¿cómo no habrá tenido hijos esa mujer, con tales carnes y del Sur?... En fin, no es cosa mía y da gusto tratarla. Además, la tienda es mi solución. De