engaña. -¡Es que tú tienes mucha labia, trapacero! -ríe ella, sentandose en la cama y dejandose colocar sobre los hombros una mañanita de punto. El viejo ríe, envanecido, mientras pasa a la cocina yvuelvetrayendounjarroconagua.Desatael ramo e intenta colocar las flores, pero mueve la cabeza descontento de su obra. -Trae, hombre, trae... Aunque no te das mala maña, para como sois los