mujer detrás del mostrador, qué mujer! Cuarentona, la buena edad. Fresca como sus manzanas. Se excusa con la clienta recién llegada, evidentemente de confianza, y sonríe al nuevo comprador, con los ojos vivaces más aún que con la boca glotona. -¿Elseñordesea? Y la voz. De verdadera stacca, de buena jaca. -¿Deseo? ¡Todo! -sonríe a su vez, señalando alrededor. Porque la tienda es un tesoro