se disculpa: -Perdone, padre; ya sé que al primero se le pone siempre el nombre del abuelo y yo quería Salvatore, como usted; pero Andrea tuvo la idea y se empeñó el padrino, mi compañero Renzo, porque Bruno esmásfirme,másserio...Perdone,losiento. El viejo le ataja, impulsivo, estrangulada la voz: - ¡ Qué sentir ni qué perdón! ¡ Pero si estoy gozando; le habéis puesto mi nombre!