hinque el pico nos iremos allá para explicár todo y que eches raíces en tierra de hombres. Después ya no me importará morirme, porque lo que te enseñe no lo podrás ya olvidar nunca. Serás un árbol tan alto y tan derecho como yo, Brunettino, telojuro.» El viejo calla, porque mientras se está prometiendo ese porvenir dorado, la congoja le estrangula y oprime sus ojos... Un sollozo rompe, a pesar de todo... «Me