eso no se confiesa nunca porque te avasallan... Llevábamos panderos como el tuyo, angelote mío, y zambombas, pero tú aún no sabrías tocarla. Nosotros mismos las hacíamos con pellejos de conejo del monte y cantarillos rotos por el culo... Tenía youncompañeromuylistoparainventarcoplas... Escucha ésta que te vas a reír, se la cantamos a un crapiu pagatu e contentu, un cornudo consentido. Ya me comprenderás cuando seas mayor y pongas cuernos, ¡