el parte... Pero tendrás frío; hay que guardarse del relente... No te apures, te abrigaré bien. El viejo coge la manta extendida a sus pies y envuelve en ella al niño, que gruñe y agita enérgico sus manecitas rechazandola: -Na,na-protesta. El viejo ríe y le estrecha en sus brazos: -Tienes razón; mejor así, junto a mí. Acunadito, para eso tienes abuelo... ¡ Cómo no voy a abrazarte!