» Aparece, se acerca al viejo, que la ve llegar como el pastor al milano, y se apodera del niño. -Esto no puede ser, papá --decreta imperiosamente-. El niño tiene que acostumbrarse. -¿Aqué?¿Porqué?-protestarabioso--.¡Y llamame «abuelo», coño! Pero ya ella se lleva al niño gimiendo, repitiendole las tablas de la ley pediátrica. Si el viejo no