suavemente su pecho y oyendo el suspiro profundísimo. Silencio de nuevo, sí, pero ¡ cómo habla el tacto! Y una lamentación. La misma, la única: - ¿ No te da pena tener en tu cama sólo una carne ya muerta ? -¿Muerta?-protestaesaternuraabsoluta-. ¡ Vive! ¿ Es que esa carne no está sintiendo mi caricia ?... ¡ Qué vello el de tu pecho, qué rizos ásperos, cómo se enredan y se demoran mis dedos!... Y debajo