cortinas, añicos de las lámparas y pavesas de los libros, que los malvados que semejantes fechorías acababan de perpetrar se habían entretenido gratinando en el horno. De todo lo que unas horas antes había hecho si no confortables al menos llevaderos los pocos años de vida que al viejo historiador restaban,noquedabaabsolutamentenada. Desde que tengo memoria he sabido de violencia. Diré incluso que era mi hogar, en este sentido, competente escuela. Mis primeros juguetes fueron manoplas y