podido averiguar... III Las acacias extendían su sombra verde claro sobre las mesas de la terraza. Como abanicos, las hojas se mecían dulcemente y dejaban pasar una brisa fresca. Atardecía. Pero el sol de octubre aún castigaba con brío la tierra seca de la meseta. --YoprefieroParís--dijoelamigodelprimo. Era delgado, larguirucho. Tenía el pelo revuelto y unos ojos castaños que lo recorrían todo con viveza y una especie de desazón. --París