azul que en las mañanas claras recubre nuestra bienamada ciudad y el mar contiguo. La calle estaba bastante concurrida y no era cosa de llamar la atención, así que me introduje por el balcón del principal en lo que resultó ser una academia de corte y confección. Unaseñoraobesarecortabapatronesenuntablero sustentado por dos caballetes y tres chicas la miraban hacer con evidente hastío. Las cuatro se volvieron hacia el balcón cuando me vieron entrar por tan poco convencional pasaje y