el prestigio del padre desnivelaban a diario. Y, sobre todo, quedarse para terminar el almuerzo del domingo, porque él sí tenía mucha hambre. CAPITULO SÉPTIMO I Nueva York, setiembre 1959 Querido David: Te devorarán. Los ricos te han atrapado y te devorarán. Noprotestes,notratesdedecirmeotravezquees necesario participar en la vida social de tus patronos, esos amigos de tu tío que tan bien te han tratado en el trabajo. Eso no es cierto. Tú eres un excelente profesional.