. Nuestro padre se marchó al amanecer, como había anunciado. Ni siquiera se despidió de nosotros. Siempre era así, de golpe desaparecía de nuestra vida en la que, por otra parte, tan poca importancia tenía. Pero esta vez fuediferente.Aunquenisiquierahoypodríaafirmarque aquellos cambios que sucedieron a su marcha estuvieran relacionados con su ausencia. En el interior de esta casa se declaró una tormenta incontrolable incluso para tía Elisa, quien parecía haber sometido a