olvidado su obligación de formularle las preguntas del padre: -- ¿Has hecho los deberes? ¿Qué tal va ese latín? Fue David quien preguntó: --¿Cuántos días estará papá en Madrid? --No lo sé --contestó la madre. Y suspiró. Davidlacontemplóseveramente.Supropiadebilidad, la congoja de la despedida en la estación, habían desaparecido diluidas por el descubrimiento de los privilegios. Vagamente consideró las diferencias entre ser hombre y ser mujer