sobre la cama la declaran sometida. Tan desconcertada que ni llora. Y el silencio impuesto por Renato se ahonda, se adueña de la casa. El viejo retrocede hacia el cuarto de baño, volviendo a cerrar la puerta sigilosamente. Respira hondo. ¡Alfin!Yacasidudabadequefuerasuhijo,de que llevara su misma sangre. «Esta es una noche mala... Quién sabe si hay brujería, si el Cantanotte paga a alguna magàra contra mí