Por fortuna, cayó víctima del mal que aqueja a muchos viajeros y se quedó dormido poco antes de llegar al primer peaje. La Emilia, aprovechando la ocasión, me pidió que le siguiera contando qué había sido de aquel primer amor que en el confesionario delcolchónhabíaempezadoarelatarleesa misma mañana. --La vida --dije --se encargó de separarnos. --Eso --dijo la Emilia-- es una trasnochada tergiversacion. Le señalé la conveniencia de reponer