harto. Europa y su frío y su gran guerra y las tropas regresando enlodadas arrastrando sus haberes y la muerte de Apollinaire irreconocible y con la cabeza vendada, una esquirla en el cráneo, todo te había asqueado. Era hora de irte. Lo único quequizátehubieraretenidoeratuhijoyélyacía bajo la nieve. Yo hubiera zarpado contigo, pero no había dinero más que para un solo boleto. Ya no recibía mi pensión de San Petersburgo; todo lo interrumpió la guerra;