la toda. Pancho se quedaba con la Prieta en el patio de carga, enfriandola, y le gustaba escuchar los martillazos que provenían del taller de carros y de ejes y de ruedas, uno, dos,uno,dos,sobrelosyunquesyqueensusoídosresonara el ronroneo de los tornos como antes habían resonado los silbidos de la locomotora. Cuando los peones enderezaban la vía reumática con barretas para nivelarla, se quejaban y gritaban en medio de su