allá adentro no había alemanes, que sólo el abate de ochenta años, cinco monjes, algunos hermanos y un criado sordomudo atendían a los refugiados. Pasé el informe pero de todos modos se decidió el bombardeo. Al estallar la primera de una sucesión de explosiones, toda la montañaresonabaengrandesbocanadasyespasmosde trueno y creo que aliados y alemanes sentimos el mismo escalofrío. Cuando abrí los ojos, Monte Cassino parecía un montón de dientes rotos. Encontré a Patitas arriba; todavía