Texto contextualizado: |
saloncito, que por cierto seguía tan patas arriba como la última vez que lo viera, estaba un cuerpo exánime que de inmediato reconocí pertenecer a María Pandora, la inmunda periodista. A través de las greñas sus ojos vacuos miraban fijamente el techo y de la comisura de sus labios resbalaba hasta el suelo un reguerillo de baba espumosa. Un tufillo de almendras amargas flotaba en el aire y como para acentuar el patetismo de la escena la Emilia lloraba con la cabeza reclinada contra |
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