pero nos causaste una excelente impresión. ¿Quién lo iba a pensar? El doctor Sugrañes está que no cabe en sí de orgullo. Más tarde hube de enterarme con gran consternación de que, en mi atolondramiento, al tocar botones yclavijasenlaestaciónespacialhabíaproducido un raro efecto en las ondas y frecuencias y en vez del partido de fútbol mi descocada imagen y las ñoñas palabras que a la sazón profiriera habían llenado durante breves minutos las pantallas de