Schaluss, que en los últimos años se popeaba en los calzones. "Es como mis perros", la disculpaba. O a Guillermina Lozano, quien tocaba el arpa maravillosamente y llegaba envuelta en el hedor de los treinta y cinco perros, cuarenta gatos, ycincuentapalomasquealbergabaensucasa.Teníaun largo collar de perlas que le caía en la sopa todo cubierto de cagarrutas de paloma. Con fraulein, la abuelita hablaba de Goethe; con Guillermina Lozano, de Wagner. Pero