Texto contextualizado: |
Pero más me emocionaron los abrazos de los desconocidos que me tomaban entre sus brazos y estampaban grandes y ruidosos besos en mis mejillas. Necesitaba eso, Diego, sentir ese calor humano. Yo ya no pido sabiduría ni fuerza, sólo un poco de calor, sólo que me dejen calentar junto al fuego, y de buena gana me hubiera ido a La Ville de Petrograd a donde se dirigían todos a oír balalaicas y canciones gitanas. Extraño la comida rusa, el solo hecho de morder un huevo duro me |
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