plato. Su presentación seguía siendo magnífica, pero era igualmente insípido. La salsa grasienta olía mal. El maitre, impávido, con las cejas siempre alzadas daba la orden a los mozos que servían con expresión de inocentes. Podían serlo. En la cocina, los domésticos suelen comerdistintoalosamos.Cadaplatilloerapeorque el anterior. Una mousse de langosta mostró francos síntomas de descomposición. No es posible, lo han hecho a propósito, tomaré pan con mantequilla. Retrocedí. Un