Texto contextualizado: |
La madre siguió, la niña empezó a llorar. Laura no veía sino el pelo que se levantaba en cortinas interrumpidas por nudos; tenía que trozarlo para deshacerlos, los cabellos dejaban escapar levísimos quejidos, chirriaban como cuerdas que son atacadas arteramente por el arco, pero Laura seguía embistiendo una y otra vez, la mano asida al cepillo, las cerdas bien abiertas abarcando una gran porción de cabeza, zas, zas, zas, a dale y dale sobre el cuero cabelludo. Ahora sí, en los sollozos de su |
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