!" Con razón, pensó Mónica, había marcas violáceas en el pescuecito del niño, tan delgado, listo para desprenderse. El médico siguió hablando competente y rutinario. Todo tenía una explicación, y nada, en realidad, era importante. --Quiénsabesielniñodure.Esamujerlediounabuena maltratada. Voy a mandar a una enfermera para asear a la madre. Al levantarse, besó la mano de la señora grande, tomó su