| Texto contextualizado: |
la sombra y escoltados por ellos penetramos en el teatro. Me sobrecogió. Era un estuche acojinado, forrado de una piel opulenta dotada de luz propia, con texturas de fuego, jaspeada como la de un animal recién nacido y todavía fresco, de pura sangre; de él se desprendía una magia pesada y secreta, oriental y al mismo tiempo infantil. Nos esperaba como un juguete que abre los brazos, un osito de peluche, confiado y sonrosado por la emoción, pero un osito que huele a |
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