aquel dolor por el que no me atrevía a preguntarte, no llegaste a ver cómo yo me sujetaba a ti en la vida y te reconocía como el único ser que me amaba incondicionalmente. Y es posible que por eso yo fuera capaz de aquella paciencia que tanto te admiraba.Meejercitabaconelpéndulo,soportandohoras de práctica, lentas y pesadas. Resistía el desánimo y el cansancio porque tú estabas a mi lado, depositando en mí una confianza que, finalmente, también yo llegué a tener.