la redacción del periódico se queda vacía. El portero tiene llave y me dejará entrar. ¿Quién paga esta consumición? --Nosotros --dije. --Venid a mi casa entre siete y siete y media. Algo habré averiguado. Seechóelcostalalhombro,volvióaprensarme la mano, besó a la Emilia en lo que entre la maraña de pelos me pareció que era la boca, aunque no lo podía asegurar, y se fue sembrando la desolación.