costalada contra el pavimento. Corrí en su socorro y le pregunté que si se había hecho daño. --¡Puta leche! --respondió la ingrata--. De poco me mato y encima resulta que eres tú. ¿De dónde sales?No,nomelocuentes.Prefieronosaberlo. Ay, dios, que me parece que me he roto un hueso. --No será nada, mujer --le dije mientras tiraba de sus pelos quebradizos y apelmazados para