cuenta de que probablemente son los destinatarios del maletín los que, furibundos, trataron de asesinarme a mí y dieron el pasaporte al Power, que en paz descanse? ¿Y de que esos malvados no pararán hasta dar con nosotros y recuperar lo que a su juicio lesperteneceporcualesquieramedioomedios? Encendió otro cigarrillo, le dio dos rencorosas caladas, lo arrojó al café con leche, donde se extinguió, anegó, tiñó de sepia y quedó flotando, y me observó