mentón barbado, mientras una voz conocida me decía: --No te vuelvas a dormir, coño. Gradualmente fui entreviendo las facciones de la Emilia, la parte superior de su cuerpo y una mano gentil que se aprestaba a darme otra vez de cachetadas. --Nomesigaspegando--acertéadecir--,que ya estoy de vuelta. --Menudo susto me has dado --dijo ella--. Llevo una hora atizándote. --He tenido un sueño muy extraño