vela distinguí una forma abultada tendida en el camastro. Me acerqué y vi que se trataba de un monje rechoncho de luenga barba blanca. Lo zarandeé para verificar si estaba muerto y abrió los ojos sin dar la menor muestra de susto o enfado. --Buenosdías,hijo--murmuró--.¿Tequieres confesar? --Por ahora no, padre. Quizá más tarde. De momento me gustaría hacerle unas preguntas. --¿Cuánto tiempo hace que no te