En un nicho tableteaba un télex y sobre una ménsula media docena de teléfonos lanzaban destellos intermitentes: era su callada forma de indicar que alguien llamaba en balde. La luz era indirecta y tamizada y a través de un altavoz invisible la Escolanía de Montserrat entonaba villancicos. --Tengan--murmuróPebrotines--labondadde pasar. Arrullados por la sedante atmósfera que el dinero y el buen gusto en estrecha connivencia habían creado, entramos en el gabinete sin sospechar que nos estábamos metiendo