a decirle que concordaba en todo con su dictamen, pero que se abstuviera de hablar, no hubiera micrófonos ocultos, cuando se descorrió de nuevo el cortinón dejando paso a un señor que frisaría la cincuentena, vestido con un terno azul oscuro y de entrecuyasinsípidasfaccionessólomerecíalapena destacar la presencia de un bigote de trazo tan rectilíneo que al pronto me hizo pensar que se le había subido una oruga a la cara, noción que en seguida rechacé de