inmediato dio media vuelta tratando de localizar el automóvil con la sola idea de verlo para esquivarlo. Fue tan a tiempo que ambos se cruzaron un segundo antes del último instante y mientras él rodaba por el suelo, pareció que el coche, una vez recuperada la dirección, vacilabaantesderetomarelsentidodesu marcha. El hombre, que se había puesto de pie con la misma presteza con que rodara para alejar el peligro, aparecía lívido. --Es la muerte, que