espaldas a la puerta, Julián se acurrucó en la butaca, cerca de la chimenea encendida. Unos pasos cansados se acercaban y transmitían a Julián la imagen del ama que poco antes le había abierto la puerta y le había sonreído murmurando: «El amigodelseñor.»Luegovaciló.Comosifueraaañadir: «El señor no está en casa», pensó Julián. Pero dijo: --La señora no está en casa. Y Julián tuvo la impresión de que había envejecido