sentimiento de apremio de una razón de Estado puesta en su trance extremo? Veían cómo Galtieri, con la ventaja inicial del hecho consumado, pedía cada vez menos, concedía cada vez más, no provocaba; veían cómo el conflicto amenazaba estancarseyenfriarseenunbloqueoinactivo,vaciandoelprimer repente iracundo del agravio y disipando rápidamente el ardor de la disputa. Y es en caliente como se bate el hierro. En sucesivos, crecientes y siempre aceptados endurecimientos, Margaret Thatcher había ido gastando