de cortar a la novicia. --Mira, güerita, ¿eres protestante? --No, yo no soy, pero... --Nosotras somos católicas, así es de que pícale, vete a tu casa. Mónica se hubiera sentado en el último peldaño para llorarhastavaciarsucabeza,peromásquelascatólicas era la mirada del doctor de pelo en pecho la que la perseguía. Adivinaba su expresión irónica que de encontrarla, lo haría exclamar: "¡Qué desahogo más personal!" y