con una escoba en la mano, Rosa trenzando su pelo negro en el lavadero. Rosa desfajando en la noche el vientre que se abulta. Rosa acuclillada para dar paso a ese amasijo de carne: su hijo, ahora sí que el de sus entrañas porquealsalirlahabíavaciado;allíestabalacarne en pedazos como la que el carnicero cortaba con tanto placer para los perros, "démela maciza" estipulaba Hilaria "y envuelvamela bien para que no escurra" y el carnicero