su vida. Desde ese centro irradiaba una summa de actividades urbanas de toda índole, uno de cuyos rayos incidía, por un punto de contacto específico, en sus actividades; así pertenecía a ella y era, por tanto, un ciudadano; con esa convicción recorríalascallesyutilizabalosservicios de la ciudad. Dependía de ella, pero sin olvidar que era uno de sus adeptos y no uno de sus esclavos: éste era un asunto de especial relieve en el