natural... En seguida vino la demostración, la indiscutible prueba: --Al poco tiempo de conocernos era mi cumpleaños, y David me regaló un pañuelo para la cabeza. Parece que lo estoy viendo: rosa y verde y azul brillante, horrible; parecíaunodeesospañuelosqueusanlasmujeres de los pueblos en las fiestas. Él se creía que era «seda pura»... Por entonces, recordó Julián, y mucho antes, ya distinguía David entre Chagall y