habitación y llamó repetidas veces a la puerta, pero nadie respondió. Ya se disponía a salir al jardín para echar --como había hecho la noche anterior-- una mirada al interior del cuarto, cuando la madre de Betina, que pasaba en aquellos momentos por el pasillo, le tranquilizó: --Hoy Peter ha madrugado mucho. Mi marido lo acercó al pueblo para que cogiera el autobús de la capital. Al parecer tenía algo que hacer allí. --Pero va a