No sé por qué ya no hay agua en la fuente", dijiste. "Es que nadie se acuerda de cuidar el jardín", te respondí con impaciencia. "Es verdad --continuaste--, todo se ha secado. ¡Con lo bonito queera!¿Teacuerdas?"Claroquemeacordaba,pero no te respondí. Sentí de pronto una congoja insoportable. Y entonces por primera vez me atreví a preguntarte; "¿Qué te pasa? ¿Por qué estás siempre tan mal?" Tú me