sueño sin otra cosa que el peso del cuerpo de Dilia durmiendose a su vez sobre mí después de un último murmullo, cuando desperté Niágara me hablaba de desayuno y de un compromiso que teníamos por la tarde. Sé que estuve a punto de contarle yquealgometiróhaciaatrás,algoqueacaso era todavía la mano de Dilia volviendome a la noche y prohibiendome palabras que todo lo hubieran manchado. Sí, había dormido muy bien; claro