normal, voy a soltar el rifle, no puedo sostenerlo, hace horas que dejé caer la mochila quién sabe dónde, ya no siento el rostro, Dios cómo se me encajaba la mochila en la espalda y ahora que la tiré, ningúnalivio,onuncalleguéatirarla;sigosintiendoesos dos golpes a la altura de los brazos, la quijada me dolió durante horas de tanto apretarla, creo que ahora ella se me ha caído con la mochila; los dientes los sentí de piedra,