sal. Los libros tienen tus flores prendidas; edelweiss de los Alpes, creo. Y hay lavanda entre las sábanas. A cada una nos tocaron dos pares, bordadas a mano, con encajes. Pero como son muy antiguas y no resisten laslavadas,sólolasponemoscuandonacenniños, nuestros hijos. Sólo entonces... Miento abuelita, miento. Las cosas no siguen igual, Ausencia se fue... Y yo también me estoy yendo, no sé a dónde, quizá a la tiznada.