Texto contextualizado: |
De pronto comprendí que existía un mundo especial sólo para nosotros dos. Nunca me sentí tan cerca de nadie como entonces. Y no sólo me sentía hermanada contigo en aquella actividad que se me aparecía, paradójicamente, familiar y mágica a un tiempo, sino también en aquello otro que teníamos en común: el mal. Porque tú, para los ojos de aquellas otras personas de la casa y sus visitantes, eras un ser extraño, diferente, al que se le sabía condenado, y por eso había que rezar para tratar de salvar al menos su |
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